A nuestras espaldas escuchábamos los llamados al rezo que descendían desde los minaretes de la gigantesca mezquita de Istiqlal y que eran ahogados por las oraciones y cánticos de la muchedumbre que nos rodeaba y que desbordaba la capacidad del lugar. A diferencia de la acera de enfrente, las familias estaban juntas; hombres y mujeres (todas ellas sin velo) compartían la misma ceremonia y nadie había dejado sus zapatos en la puerta. Era el Tercer Domingo de Pascua en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en Jakarta. Sigue leyendo
Katedral
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