Las llaves de Jaime

LlavesJaime Fernández es uno de esos ingenieros de vieja escuela, a quien le disgusta que decidan por él sobre qué curso de actualización llevar, cómo hacer su trabajo, qué procedimientos seguir. Extraña con nostalgia los días en los que era casi venerado cuando llegaba a un pueblo pequeño, su palabra era incuestionable y no existían celulares ni internet para reportarse al jefe. No me interpreten mal: Jaime era un genio, con un olfato envidiable para detectar fallas en los equipos y una simpatía que siempre le abría las puertas. Cuando lo veía conversar me impresionaba la facilidad para caer bien, para ser bienvenido sin recelos, para que cada visita suya fuera un acontecimiento feliz para sus clientes, sean obreros o gerentes. Sigue leyendo